11 de diciembre de 2025
Volvía de un breve viaje a Pamplona con una sonrisa que no se me despegaba: había vuelto a abrazar a amigos a los que no veía desde hacía quince años. La reunión fue un pequeño festival de alegría, con sobremesas llenas de risas, anécdotas rescatadas y esa chispa que solo encienden las amistades que nunca se apagan.
Llegué en tren a la estación de Los Boliches, con ese aire salino que siempre recibe al viajero en Fuengirola. Y allí me esperaba, como cada diciembre, la gran bola luminosa del ayuntamiento: majestuosa, brillante… y un poco enigmática. A mí siempre me ha parecido un chupete colosal caído del cielo, aunque estoy seguro de que pretende ser una bola de árbol de Navidad. Quizá por eso me hace sonreír: porque en su ambigüedad late algo de la magia juguetona de estas fechas.

Imaginé un gran árbol del que colgasen estas enormes bolas.
La tentación de penetrar en la bola y sumergirte en un mundo mágico es irresistible. Entré dentro de ella.

Me imaginé a mí mismo sumergiéndome en el interior de la bola.
Mucha gente piensa que el árbol de Navidad es una tradición “universal”, pero su origen es muy concreto: los pueblos germánicos ya decoraban árboles perennes para celebrar el solsticio de invierno, como símbolo de vida en medio del frío.
El salto a la tradición cristiana se consolidó en la Alemania del siglo XVI, especialmente en Alsacia (hoy Francia), donde se documentan árboles decorados con manzanas, nueces y dulces.
Las primeras “bolas” no eran bolas: eran frutas. Las manzanas rojas simbolizaban el Paraíso, y de ahí viene la idea de colgar objetos redondos y brillantes.

- En el siglo XIX, los artesanos vidrieros de Lauscha (Turingia, Alemania) empezaron a soplar esferas de vidrio para sustituir las manzanas, que eran caras y se estropeaban.
- Estas primeras bolas eran auténticas obras de arte: vidrio soplado, plata líquida en el interior y pintura a mano.
- A finales del XIX, gracias a la industrialización y a la exportación masiva, las bolas de Lauscha llegaron a Inglaterra y Estados Unidos. De repente, el árbol de Navidad se convirtió en un fenómeno global.
Es curioso como al llegar de un viaje, cansado, y ya muy de noche, las luces de Navidad te hagan soñar en mundos oníricos. Tal vez un niño con un chupete gigante, tan vez un árbol gigante con bolas luminosas, con luces azules.
NOTAS
[1]
Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con
De tapas y otras cosas por Fuengirola © 2024 by Félix Ares is licensed under CC BY-SA 4.0 . Debe indicarse que está creado a partir de una obra de felix.ares.fm
En esta ocasión he contado con la colaboración de Vero.
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