Restaurante japonés Sukiyaki (Fuengirola)

29 de octubre de 2025

Recuerdo que hace muchos, muchos años, —he tenido que mirar en internet para saber que fue en 1963— hubo una canción japonesa que me gustó, se llamaba Sukiyaki, no entendía el título ni nada de la letra, pero la voz y la música me parecían melancólicas y bellas.

Gracias a la maravilla de YouTube se la pongo.

Lo más sorprendente de esta canción es que el título no tiene nada que ver la letra. Empecemos por el principio, Sukiyaki es un típico plato japonés. Se hace con trozos muy finos de ternera hechos al vapor.

La canción, cantada por Kyu Sakamoto, empieza así [1].

Ue o muite arukō

que significa:  Camino mirando arriba.

Ese era el título en japonés. No tiene nada que ver con la comida sukiyaki. La razón por la que en occidente se conoció con ese nombre es larga y tortuosa. La canción fue publicada en Japón, en 1961, por Toshiba, con el título del primer verso: Ue o muite arukō [2].

Un ejecutivo musical del Reino Unido, Louis Benjamin, oyó la canción en un viaje a Japón en 1962. Quiso realizar una versión instrumental interpretada por Kenny Ball y sus Jazzmen. Como era instrumental, la letra no importaba. A Benjamin le preocupaba que aquel título en japonés no decía nada a la gente de su época. Recordó una comida que le había gustado y que se llamaba sukiyaki, le pareció un nombre corto y sonoro, y que los ingleses podían pronunciar. Así que el disco salió con el nombre de Sukiyaki. Y ese título fue conservado cuando Capitol Records en Estados Unidos y His Master´s Voice en Reino Unido, decidieron editar la canción original, pero no le cambiaron el título. La canción tuvo un enorme éxito en Estados Unidos (y en todo el mundo) y se conoció con el extravagante título de sukiyaki.

Sukiyaki suena bien, nos recuerda una vieja canción que triunfó hace muchos años. Y, además, es un plato tradicional japonés, no me parece un mal nombre para un restaurante que ofrece comida de ese tipo. No tengo ni idea de las razones que han llevado a los dueños a poner a su restaurante ese nombre, pero que creo que está muy bien elegido.

La verdad es me he enrollado y me he alejado totalmente del restaurante. Vayamos al restaurante.

Fachada del restuarante Sukiyaki. Shusi y Teppanyaki

Está en el paseo marítimo, edificio perla. En el número 9. Es decir, casi al principio del paseo, cerca del puerto deportivo.

Enfrente tenemos una de las manos enormes que surgen de la arena.

Mano abierta, cuya autora es Rosario Garcia.

En Fuengirola hay dos «manos abiertas» de dicha autora, una es esta, cerca del puerto deportivo, y a la vista del restaurante Sukiyaki. La otra está en la playa de «las Gaviotas», hacia Benalmádena.

Al entrar, venos que es buffet libre, con unos precios muy razonables.

Precios del buffet libre: de lunes a viernes al mediodía 18.95€. Noches y fines de semana: 23.95.

Pero yo me llevé una sorpresa. Me explico, me esperaba una serie mostradores alargados y grandes donde uno podía levantarse y elegir lo que quisiera. Pues no, en Sukiyaki no es así.

Te reciben, te llevan a una mesa y te traen una tableta donde está todo el menú. Tienes que hacer el pedido a través de la misma. Se piden de cinco en cinco platos por persona, y puedes pedir todas las veces que quieras. Eso sí, hay advertencia de que lo que pidas o te lo comes o lo pagas.

Nosotros pedimos nuestros quince primeros platillos (éramos tres personas) y en unos pocos minutos se nos presentó un robot con lo pedido.

Robot con nuestro primer pedido.
Nuestro robot-camarero.
El robot al lado de nuestra mesa.
Una vez recogida la comida, el robot se va vacío.

No siempre atiende el robot. Muchas veces son camareros humanos los que te traen la comida. A mí me ha sorprendido la velocidad del robot y cómo sortea obstáculos y se para ante una persona que se mueve delante de él.

Así, poco a poco, nos fueron llegando las cosas que habíamos pedido a través de la tableta. Nos las traía el robot o camareros humanos.

Pedir es muy sencillo, pues para ello pinchábamos en la foto de la tableta. Cuando llegaron las comidas y tratamos de recordar los nombres, la cosa fue mucho más complicada. Así que os voy a ir mostrando algunas de las cosas que pedimos la mayor parte de las veces, prescindiré de los nombres.

Probablemente Yakiniku.

Yakiniku, significa «carne a la parrilla». Se sirve en porciones pequeñas, a menudo marinadas, y se cocina en una parrilla en la mesa o se sirve ya cocinada. En nuestro caso, nos lo sirvieron ya cocinado.

A la derecha los típicos shusi. En el centro las salsas, a la izquierda wsabi y la derecha, probablemente una salsa roja con chile.
Shusi de salmón y solomillo.

Los shusi de la derecha me atrevo a decir que son nigiri (o nigirizushi), pues son de salmón.

Poisblemente Bao buns (nikoman)
Bao Buns ahora de color verde.

Se trata de unos bocadillos al vapor. Aquí los tenemos rellenos de varias cosas.

1: Almejas. 2: Rollo de solomillo de salmón picante. 3) Taco de salmón.
Esparragos asados (Asuparagasu Yaki).

Ese plato con espárragos asados sobre una plancha negra es sencillo, pero muy típico en izakayas (bares japoneses donde se sirven bebidas alcohólicas y platos pequeños para compartir como acompañamiento entrante).

Yakisoba: fideos salteados con brotes de soja.

No podía faltar la típica sopa de miso (una pasta fermentada a base de habas de soja).

Sopa de miso.

La primera vez que tomé sopa miso fue en la ladera del monte Fuji. Me gusté mucho, por eso, en esta ocasión no quise perder la ocasión de probarlo.

Otro plato muy típico el Japón son las gyōza, que son empanadillas rellenas, normalmente de carne picada de cerdo o de pollo, con col, cebollino y jengibre, envueltas en una fina masa de harina y trigo.

Gyōza

Hay una tienda china, en el centro de Fuengirola, donde venden la versión china de las gyōza: Supermercado chino en la calle San Pancracio, 03D.

Langostinos a la plancha (Ebi yaki).
Un postre. Probablmente un Sufure Chīzu Kēki
Otro postre, melón y sandía.

Y como postre, no podía faltar el helado.

Helado.

Al poner el postre acabo de acordarme que, tal como ya he dicho, se puede pedir de todo, todas las veces que quieras. Salvo los postres, solo dos por persona.

Tarta con vela.

Como era el cumpleaños de uno de nosotros, nos trajeron un trozo de tarta con una vela de regalo. Nos cantan cumpleaños feliz y el robot también vino a felicitar el aniversario. En su panza se movía un título que decía: ¡Feliz cumpleaños!

Mientras tanto nos trajeron un letrero luminoso, musical que nos deseaba feliz cumpleaños.

Letrero luminoso musical deseando feliz cumpleaños.

Resumen:

Fue una experiencia interesante. En todo momento los camareros fueron muy amables. El camarero-robot le da un toque simpático. La mayoría de los platos nos los trajeron camareros humanos, pero ver circular al robot le da un toque interesante.

Era la primera vez que íbamos, pero, sin duda, volveremos.

Ubicación

Sukiyaki – Sushi & Grill

Paseo Marítimo nº 9, local 1. Fuengirola

Teléfono reservas: 951 530.323 [3].


Nada más por hoy. Hasta la próxima entrada.


NOTAS

[1] Wikipedia. Entrada: Sukiyaki. https://es.wikipedia.org/wiki/Sukiyaki [Consultado 16 de octubre de 2025].

[2] Wikipedia. Entrada: Sukiyaki (canción). https://es.wikipedia.org/wiki/Sukiyaki_(canci%C3%B3n) [Consultado 16 de octubre de 2025].

[3] Página oficial Sukiyaki. https://www.sukiyaki.es/


Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con

Licencia de Creative Commons

De tapas y otras cosas por Fuengirola © 2024 by Félix Ares is licensed under CC BY-SA 4.0 . Debe indicarse que está creado a partir de una obra de felix.ares.fm

En esta ocasión he contado con la colaboración de Vero.


Contacto con nosotros; el motivo de que no sea una imagen clara es para evitar que los robots la descubran y nos inunden el buzón de basura.

tapas.ares.fm.2

O bien rellenar el siguiente formulario:https://www.youtube.com/embed/u1T5csbw9Ww?si=OvhAFtZnEd2otLs3

De gustibus non est disputandum («Para gustos, los colores»)

14 de octubre de 2025

Recuerdo vagamente que no fui un mal estudiante de latín, pero recuerdo perfectamente que ahora casi no entiendo ni una palabra de ese idioma. ¡Qué le vamos a hacer! La memoria cambia y los gustos también.

En cualquier caso, la frase con la que empieza el título es tan sencilla, que no hace falta recordar nada del latín de Julio César para saber que dice: «Sobre gustos no se discute».

Viene esto a cuento porque recientemente he discutido, en el mejor sentido de la palabra, sobre si hay vinos mejores o peores. Hay por ahí autores que son capaces de puntuar el valor de un vino. ¿Qué quieren que les diga? Esas tablas me dan risa. Son los gustos de una persona que pueden ser totalmente diferentes a otras. ¿Por qué he de hacer caso lo que dice Peñín [1] o Robert Parker [2]?

Por razones que ahora no vienen a cuento, hace años, el alcalde de Valladolid me invitó a una cata de vinos de Ribera del Duero. Por entonces me gustaban los vinos tinos (más adelante aclararé lo que quiero decir). Fuimos al castillo de Pañafiel. Y allí comenzamos una degustación de tintos de la Ribera del Duero.

Me sacaron los baratos, me parecieron malos. Después vinieron los de precio mediano (crianzas y reservas), me parecieron muy buenos. Iban con mi paladar. Por fin, llegaron las botellas caras, aquellas como el Vega Sicilia, de más de 600 € la botella. No me gustó. Me supo a cuero.

Reconozco que es que mi paladar no está habituado a esos sabores de decenas de años en barricas de roble.

Mis preferidos fueron los de precio medio y más los crianza que los reserva. ¡Que le vamos a hacer, no tengo un paladar exquisito!

Durante ese tiempo prefería el tinto al blanco. De los blancos prefería los «vinos espumosos» (léase champán) semidulces. Los bruts me parecían amargos, los «brut nature» todavía más amargos. Los que me gustaban para desayunar eran los semisecos.(Sí, me gustaba desayunar con cava, prosecco o champán en vez de café) (A ello me aficioné cuando tuve que dar una conferencia en Puerto Mont, en Chile). Cada día me gustaban más los italianos Prosecco. Pero debían ser semisecos.

Pero la vida nos da unas vueltas increíbles. Nada permanece. Todo cambia y si queremos disfrutar de la vida debemos aceptar que todo cambia.

Todo cambia.

Hace un par de años tuve un trombo. La pierna se me hinchó y tuve unos dolores bastante fuertes. Me ingresaron en el hospital. Me inyectaron heparina, que cómo su nombre indica se obtiene de las serpientes (herpes). La heparina disuelve los trombos.

Varios días después. Me dieron el alta, pero tuve que estar seis meses inyectándome heparina. Bastante cara, dicho sea de paso.

Varios meses después, cuando el trombo se había quitado (al menos eso decían los Doppler). Me dieron el alta. No tenía que seguir pinchándome heparina.

El caso es que tras volver a la normalidad, compré un Ribera del Duero de los que en el pasado me habían gustado. Me pareció horroroso. De hecho, desde entonces todos los vinos tintos me parecen amargos y sumamente ácidos. Sé que no es culpa del vino, sino de que mi gusto ha cambiado. Por ejemplo, ahora, hoy, prefiero un godello a un alvariño.

Un buen amigo, J. M., acaba de decirme que a él le ha pasado algo parecido tras sesiones de quimioterapia.

Pero que mi gusto haya cambiado por unas inyecciones de heparina o a mi amigo por quimioterapia, me plantea muchas preguntas. Una de ellas, si yo fuera Peñín o Parker, antes de las inyecciones de heparina, tendría una lista de los mejores vinos. Después de la heparina, mi lista sería totalmente diferente. Entonces: ¿de qué narices me sirve la opinión de un tío en un momento concreto y con unas condiciones vitales de ese momento? Y no hablemos de los genes que nos gusten unas cosas u otras. Hay un árbol que se suele usar porque crece rápidamente y da una buena sobra. Se trata de la jacaranda. El árbol cumple perfectamente sus funciones, crece rápido y da sombra, PERO, siempre el pero, hay un 30% de personas (entre las que me incluyo) que cuando florece el árbol huele a pis. Sí, pis de gato.

Si hiciéramos una lista tipo Peñin o Parker sobre árboles, ¿qué diríamos del jacaranda? Entre sus valores «objetivos» tendríamos baremos para la rapidez de crecimiento, la sombra que dan, y el olor. ¿Y qué olor tendrían en cuenta, el del 70% que les parece un olor frutal agradable o el del 30% que les parece pis de gato?

A lo que quiero llegar es a que una lista absoluta, donde dice cuál es el mejor o el peor vino, o que son capaces de dar una escala, con un orden, es una falacia. No hay ni mejor ni peor vino. Hay vino que me gusta o que no me gusta. Pero es mi gusto individual, en el que intervienen infinidad de cosas, una de las primordiales, mi genética. Sí, a mí la jacaranda me huele a pis, y eso no es educacional. No cambia por mucho que me eduquen. Mis genes hacen que la jacaranda me huela a pis.

Los que dan tablas absolutas y ponen puntuación a los vinos me parecen unos charlatanes prepotentes que no tienen en cuenta ni los genes ni las circunstancias de cada uno.

Tras mis inyecciones de heparina he descubierto que mis nuevos sabores rechazan los tintos y me decanto por los blancos. Y, además, por los blancos secos, amargos. Me explico. Antes, mis cavas preferidos (Vía de la Plata de Almendralejo) eran los semisecos. Ahora son los «Brut Nature».

Ahora, la viuda de Clicquot (digámoslo bien veuve, no viuda) me parece una melaza dulzona.

En fin, que la heparina ha cambiado mis gustos y mi percepción del mundo de los sabores.

Ahora, los verdejo del Duero, o los VInhos do douro, o vinhos verdes, del Douro, me gustan. He probado muchos y uno de los que más me ha gustado es este. Observen VERDEjos en España, vinhos VERDEs en Portugal.

Castillo de Miraflores. Verdejo. Rueda

Al probar el «Castillo de Miraflores», verdejo, semidulce (sí, sorprendentemente, pues no me gustaba el semidulce, es semidulce) me ha gustado mucho.

Esto es hoy. De hecho, he pedido media docena de botellas de esta marca. Pero eso no significa que dentro de un mes me guste otra cosa. Si yo hiciera una escala de vinos con sus puntuaciones, los vinos que estarían al principio de mi lista hace diez años, hoy estarían en la cola. Listas que pretenden ser rigurosas, en un mundo de gustos (De gustibus non est disputandum), es absurda, poco científica…

En fin, que la vida da unas vueltas retorcidas. Creo que no debemos obsesionarnos con unos gustos. Los gustos cambian. Yal vez sea ese cambio lo que nos hace humanos.

La vida tiene extraños y retorcidos caminos.

He hablado de vinos, pero algo similar podríamos hacer dos temas de discusión recurrentes en España: la tortilla de patatas y la paella.

Ver [3].

Ver [4].

Podría seguir poniendo cientos o miles de titulares como estos. Fíjense que en primer caso la mejor era SIN cebolla y en el segundo caso CON CEBOLLA.

Ya ven que los gustos son totalmente distintos. Hay muchas personas que prefieren la tortilla SIN y otros CON. Unas personas la quieren jugosa y otras un poco más seca. Otros… Cada uno de nosotros tiene sus gustos, y su momento del día… Por lo tanto, de lo «la mejor» me parece ridículo, aunque comprendo que decir la verdad: «la mejor para este jurado y en este momento», es un poco largo.

Lo que me cabe duda es que cada una de ellas será muy buena para el grupo de personas a las que les gusta ese tipo de tortillas. Me explico, la sin cebolla será muy buena para los sin-cebollistas, y bastante mala para los con-cebollistas y viceversa.

Es decir, una vez más lo que reivindico que no existe «el mejor vino» o la «mejor tortilla». Cada uno de nosotros tiene unos genes, un bagaje cultural, unos recuerdos, unas vivencias… y todo eso influye en si nos gusta o no. No hay un «mejor» absoluto. Si me gusta es bueno, si no me gusta, es malo.

Recuerdo un amigo, al que le encanta un cierto Champán porque fue el que tomó cuando salió por primera vez con la que hoy es su esposa y eso no tiene nada que ver con la uva, la crianza, el año de recogida y nada por el estilo.

Concluyendo: De gustibus non est disputandum.

Un abrazo.


NOTAS

[1] Guía Peñin. https://guiapenin.wine/

[2] Robert Parker. https://www.robertparker.com/

[3] Martínez, Natalia. La mejor tortilla de patatas de España se hace en Madrid: sin cebolla, poco cuajada y 4€ el pincho. El Mundo 5 de octubre de 2025. La mejor tortilla de patatas de España se hace en Madrid: sin cebolla, poco cuajada y 4€ el pincho

[4] Redacción Condé Nast Traveler. La mejor tortilla de patatas de España se come en Santander (y con mucha cebolla). Condé Nast Traveler. 3 de octubre de 2023. https://www.traveler.es/articulos/mejor-tortilla-de-patatas-espana-canadio-santander


Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con

Licencia de Creative Commons

De tapas y otras cosas por Fuengirola © 2024 by Félix Ares is licensed under CC BY-SA 4.0 . Debe indicarse que está creado a partir de una obra de felix.ares.fm

En esta ocasión he contado con la colaboración de Vero.


Contacto con nosotros; el motivo de que no sea una imagen clara es para evitar que los robots la descubran y nos inunden el buzón de basura.

tapas.ares.fm.2

O bien rellenar el siguiente formulario:https://www.youtube.com/embed/u1T5csbw9Ww?si=OvhAFtZnEd2otLs3