14 de octubre de 2025
Recuerdo vagamente que no fui un mal estudiante de latín, pero recuerdo perfectamente que ahora casi no entiendo ni una palabra de ese idioma. ¡Qué le vamos a hacer! La memoria cambia y los gustos también.
En cualquier caso, la frase con la que empieza el título es tan sencilla, que no hace falta recordar nada del latín de Julio César para saber que dice: «Sobre gustos no se discute».
Viene esto a cuento porque recientemente he discutido, en el mejor sentido de la palabra, sobre si hay vinos mejores o peores. Hay por ahí autores que son capaces de puntuar el valor de un vino. ¿Qué quieren que les diga? Esas tablas me dan risa. Son los gustos de una persona que pueden ser totalmente diferentes a otras. ¿Por qué he de hacer caso lo que dice Peñín [1] o Robert Parker [2]?
Por razones que ahora no vienen a cuento, hace años, el alcalde de Valladolid me invitó a una cata de vinos de Ribera del Duero. Por entonces me gustaban los vinos tinos (más adelante aclararé lo que quiero decir). Fuimos al castillo de Pañafiel. Y allí comenzamos una degustación de tintos de la Ribera del Duero.
Me sacaron los baratos, me parecieron malos. Después vinieron los de precio mediano (crianzas y reservas), me parecieron muy buenos. Iban con mi paladar. Por fin, llegaron las botellas caras, aquellas como el Vega Sicilia, de más de 600 € la botella. No me gustó. Me supo a cuero.
Reconozco que es que mi paladar no está habituado a esos sabores de decenas de años en barricas de roble.
Mis preferidos fueron los de precio medio y más los crianza que los reserva. ¡Que le vamos a hacer, no tengo un paladar exquisito!
Durante ese tiempo prefería el tinto al blanco. De los blancos prefería los «vinos espumosos» (léase champán) semidulces. Los bruts me parecían amargos, los «brut nature» todavía más amargos. Los que me gustaban para desayunar eran los semisecos.(Sí, me gustaba desayunar con cava, prosecco o champán en vez de café) (A ello me aficioné cuando tuve que dar una conferencia en Puerto Mont, en Chile). Cada día me gustaban más los italianos Prosecco. Pero debían ser semisecos.
Pero la vida nos da unas vueltas increíbles. Nada permanece. Todo cambia y si queremos disfrutar de la vida debemos aceptar que todo cambia.
Todo cambia.
Hace un par de años tuve un trombo. La pierna se me hinchó y tuve unos dolores bastante fuertes. Me ingresaron en el hospital. Me inyectaron heparina, que cómo su nombre indica se obtiene de las serpientes (herpes). La heparina disuelve los trombos.
Varios días después. Me dieron el alta, pero tuve que estar seis meses inyectándome heparina. Bastante cara, dicho sea de paso.
Varios meses después, cuando el trombo se había quitado (al menos eso decían los Doppler). Me dieron el alta. No tenía que seguir pinchándome heparina.
El caso es que tras volver a la normalidad, compré un Ribera del Duero de los que en el pasado me habían gustado. Me pareció horroroso. De hecho, desde entonces todos los vinos tintos me parecen amargos y sumamente ácidos. Sé que no es culpa del vino, sino de que mi gusto ha cambiado. Por ejemplo, ahora, hoy, prefiero un godello a un alvariño.
Un buen amigo, J. M., acaba de decirme que a él le ha pasado algo parecido tras sesiones de quimioterapia.
Pero que mi gusto haya cambiado por unas inyecciones de heparina o a mi amigo por quimioterapia, me plantea muchas preguntas. Una de ellas, si yo fuera Peñín o Parker, antes de las inyecciones de heparina, tendría una lista de los mejores vinos. Después de la heparina, mi lista sería totalmente diferente. Entonces: ¿de qué narices me sirve la opinión de un tío en un momento concreto y con unas condiciones vitales de ese momento? Y no hablemos de los genes que nos gusten unas cosas u otras. Hay un árbol que se suele usar porque crece rápidamente y da una buena sobra. Se trata de la jacaranda. El árbol cumple perfectamente sus funciones, crece rápido y da sombra, PERO, siempre el pero, hay un 30% de personas (entre las que me incluyo) que cuando florece el árbol huele a pis. Sí, pis de gato.
Si hiciéramos una lista tipo Peñin o Parker sobre árboles, ¿qué diríamos del jacaranda? Entre sus valores «objetivos» tendríamos baremos para la rapidez de crecimiento, la sombra que dan, y el olor. ¿Y qué olor tendrían en cuenta, el del 70% que les parece un olor frutal agradable o el del 30% que les parece pis de gato?
A lo que quiero llegar es a que una lista absoluta, donde dice cuál es el mejor o el peor vino, o que son capaces de dar una escala, con un orden, es una falacia. No hay ni mejor ni peor vino. Hay vino que me gusta o que no me gusta. Pero es mi gusto individual, en el que intervienen infinidad de cosas, una de las primordiales, mi genética. Sí, a mí la jacaranda me huele a pis, y eso no es educacional. No cambia por mucho que me eduquen. Mis genes hacen que la jacaranda me huela a pis.
Los que dan tablas absolutas y ponen puntuación a los vinos me parecen unos charlatanes prepotentes que no tienen en cuenta ni los genes ni las circunstancias de cada uno.
Tras mis inyecciones de heparina he descubierto que mis nuevos sabores rechazan los tintos y me decanto por los blancos. Y, además, por los blancos secos, amargos. Me explico. Antes, mis cavas preferidos (Vía de la Plata de Almendralejo) eran los semisecos. Ahora son los «Brut Nature».
Ahora, la viuda de Clicquot (digámoslo bien veuve, no viuda) me parece una melaza dulzona.
En fin, que la heparina ha cambiado mis gustos y mi percepción del mundo de los sabores.
Ahora, los verdejo del Duero, o los VInhos do douro, o vinhos verdes, del Douro, me gustan. He probado muchos y uno de los que más me ha gustado es este. Observen VERDEjos en España, vinhos VERDEs en Portugal.

Al probar el «Castillo de Miraflores», verdejo, semidulce (sí, sorprendentemente, pues no me gustaba el semidulce, es semidulce) me ha gustado mucho.
Esto es hoy. De hecho, he pedido media docena de botellas de esta marca. Pero eso no significa que dentro de un mes me guste otra cosa. Si yo hiciera una escala de vinos con sus puntuaciones, los vinos que estarían al principio de mi lista hace diez años, hoy estarían en la cola. Listas que pretenden ser rigurosas, en un mundo de gustos (De gustibus non est disputandum), es absurda, poco científica…
En fin, que la vida da unas vueltas retorcidas. Creo que no debemos obsesionarnos con unos gustos. Los gustos cambian. Yal vez sea ese cambio lo que nos hace humanos.
La vida tiene extraños y retorcidos caminos.
He hablado de vinos, pero algo similar podríamos hacer dos temas de discusión recurrentes en España: la tortilla de patatas y la paella.

Ver [3].

Ver [4].
Podría seguir poniendo cientos o miles de titulares como estos. Fíjense que en primer caso la mejor era SIN cebolla y en el segundo caso CON CEBOLLA.
Ya ven que los gustos son totalmente distintos. Hay muchas personas que prefieren la tortilla SIN y otros CON. Unas personas la quieren jugosa y otras un poco más seca. Otros… Cada uno de nosotros tiene sus gustos, y su momento del día… Por lo tanto, de lo «la mejor» me parece ridículo, aunque comprendo que decir la verdad: «la mejor para este jurado y en este momento», es un poco largo.
Lo que me cabe duda es que cada una de ellas será muy buena para el grupo de personas a las que les gusta ese tipo de tortillas. Me explico, la sin cebolla será muy buena para los sin-cebollistas, y bastante mala para los con-cebollistas y viceversa.
Es decir, una vez más lo que reivindico que no existe «el mejor vino» o la «mejor tortilla». Cada uno de nosotros tiene unos genes, un bagaje cultural, unos recuerdos, unas vivencias… y todo eso influye en si nos gusta o no. No hay un «mejor» absoluto. Si me gusta es bueno, si no me gusta, es malo.
Recuerdo un amigo, al que le encanta un cierto Champán porque fue el que tomó cuando salió por primera vez con la que hoy es su esposa y eso no tiene nada que ver con la uva, la crianza, el año de recogida y nada por el estilo.
Concluyendo: De gustibus non est disputandum.
Un abrazo.
NOTAS
[1] Guía Peñin. https://guiapenin.wine/
[2] Robert Parker. https://www.robertparker.com/
[3] Martínez, Natalia. La mejor tortilla de patatas de España se hace en Madrid: sin cebolla, poco cuajada y 4€ el pincho. El Mundo 5 de octubre de 2025. La mejor tortilla de patatas de España se hace en Madrid: sin cebolla, poco cuajada y 4€ el pincho
[4] Redacción Condé Nast Traveler. La mejor tortilla de patatas de España se come en Santander (y con mucha cebolla). Condé Nast Traveler. 3 de octubre de 2023. https://www.traveler.es/articulos/mejor-tortilla-de-patatas-espana-canadio-santander
Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con
De tapas y otras cosas por Fuengirola © 2024 by Félix Ares is licensed under CC BY-SA 4.0 . Debe indicarse que está creado a partir de una obra de felix.ares.fm
En esta ocasión he contado con la colaboración de Vero.
Contacto con nosotros; el motivo de que no sea una imagen clara es para evitar que los robots la descubran y nos inunden el buzón de basura.
O bien rellenar el siguiente formulario:https://www.youtube.com/embed/u1T5csbw9Ww?si=OvhAFtZnEd2otLs3


