11 de septiembre de 2011
Al llegar al portal de nuestra casa (en Fuengirola) olimos extrañamente a quemado.
Al llegar a nuestro piso, que mira hacia las montañas de Mijas, pudimos ver un fuego. Al principio no era nada más que unas llamas en una esquina del monte. Hacía viento. Muy pronto aquel foco puntual fue desplazándose en dirección del viento. Pero lo más raro –para nosotros que de fuegos no entendemos nada– es que el fuego parecía seguir las carreteras.
Mucho humo.
Al atardecer, cuando el sol se pone y los cielos se vuelven amarillos y rojizos, unas grande nubes de humo negro cubrían parte del escenario.
¿Que no ven dónde están las llamas? Se las señalamos con una flecha amarilla:
Se hizo de noche.
Las llamas crecían, se desplazaban a gran velocidad. El espectáculo era a la vez terrorífico –¿estará afectando a personas?, en la zona donde está tiene que haber casas…– y fascinante. Las llamas siempre tienen algo de mágico…
Miramos por el telecopio: las llamas eran enormes. Por desgracia, nuestra cámara de fotos de juguete no puede conectarse al telescopio.
Pero nos quedaba la cámara. Sacamos algunas fotos, pero al verlas en un tamaño pequeño son decepcionantes. Parece que no pasa nada y sin embargo: hubo más de 300 desalojados y se quemaron varias casas. El fuego se desplazaba hacia Marbella.
PROMESA: Nos compraremos una cámara de verdad con teleobjetivo y aprenderemos a pasar el vídeo al ordenador.
TERRIBLE: Tras el bello espectáculo del fuego hay personas que sufren. ¡Qué terrible!