INTRODUCCIÓN-2
La Asociación de Pensionistas y Jubilados de Fuengirola, organizó una excursión para visitar la zona de «Las Batuecas», en la provincia de Salamanca. Hicimos el viaje felizmente y lo que aquí presentamos son unos apuntes tomados durante el mismo. No se trata nada más que de eso: de unos apuntes tomados vuelapluma. Podemos haber cometido errores, así que los datos que damos no deben tomarse como verdad contrastada, pues no lo son.
Nos habíamos quedado en un finca recogiendo castañas. Nuestra siguiente visita fue a La Alberca.
LA ALBERCA
Podemos decir que la visita a La Alberca era el destino más importante de nuestra excursión pues se trataba de ver «Las Batuecas» y La Alberca es el lugar más emblemático de las mismas. Podríamos decir que es la «capital turśitica» de Las Batuecas.
Es un lugar muy interesante pues fue la primera ciudad de España que obtuvo del título de Bien de Interés Cultural, Patrimonio Histórico de España. Destaca su curiosa arquitectura.
Además es muy típica la construcción con pilares verticales de madera y, muy frecuentemente, con otras vigas inclinados (para impedir que el edifico se destruyera por inclinación de la casa).
Aunque la iglesia actual es del siglo XVIII dentro conserva algunas joyas muy anteriores, preciosas y únicas, como por ejemplo un púlpito en piedra policromada del siglo XVII, del que hablaremos en el desarrollo de estas notas; un cristo «del sudor» de Juan de Juni o de su escuela y un grupo escultórico con el niño Jesús, la virgen María de joven y su madre Santa Ana, coronada. Este último grupo hoy es muy extraño, pues la Inquisición , en su día, lo consideró casi herético, por dar más importancia a Santa Ana que a la Virgen y, por desgracia para los albercanos, la oficina de la Inquisición estaba al ladito.
Pero, sin duda, lo mejor de La Alberca fue nuestra guía –¿se llamaba Marta?– y el cura párroco de la Iglesia que nos dio unas explicaciones fantásticas. Un cura joven que destila amor a su trabajo por todos los poros. ¡Gracias! Lamentablemente no recuerdo el nombre.
NOTA SOBRE FOTOS: Como no os habrá pasado desapercibido he emborronado todas las caras. El motivo es que yo no sé a quién no le importa que todo el mundo pueda ver su foto y a quién sí le importa. Además, podría suceder que a uno –o una– no le importa salir en una foto cuando se ha preparado para ello, pero no le gusta que le saquen de improviso por la razón que sea, por ejemplo, porque se le ve la bolsa de una tienda. Entonces, ¿por qué he puesto la cara de nuestra excelente guía? Porque le pedí permiso. Si a alguien no le importa salir públicamente en la foto, que me lo diga.
Ya sabéis que esto es solo un aperitivo: volveré sobre La Alberca, ahora nos vamos a nuestra última etapa: Plasencia de Cáceres, que vimos cuando ya estábamos de vuelta.
PLASENCIA (Cáceres)
Si en La Alberca, lo mejor fueron nuestra guía y el cura párroco, en Plasencia lo fue el Sacristán de la iglesia de San Nicolá. Una persona apasionada por contar las maravillas de su iglesia, lamentablemente no recuerdo su nombre. Agradeceré la información.
No sé nada más sobre esta imagen, pero me ha conmovido. ¡Qué expresión de dolor! Trataré averiguar algo más. Debo agradecer a Octavio el haberme hecho reparar en esa impresionante expresión de dolor.
NOTA POSTERIOR: Como no sabía nada de esta virgen me puse en contacto con el director del parador, Félix Lobo Iglesias, quien ha tenido la enorme amabilidad de darme los siguientes datos:
«Se caracteriza por un rostro delicado de expresión afligida enmarcado por un manto y velo de bordes
finísimos, ojos con mirada perdida, y enrojecidos por el llanto, lágrimas resbalando por las mejillas
y boca pequeña, todos ellos recursos plásticos que realzan el valor dramático de la obra. La Virgen Dolorosa dobla los brazos con las manos cruzadas en el pecho en actitud orante. La expresión
de la Virgen es de dolor interior, contenido y sereno, reflejado en las rojeces de los ojos y las gotas
trasparentes sobre la mejilla, la palidez del rostro acentuada por la sombra del velo blanco y el manto
azul. El manto en su interior esta realizado con la técnica del estofado, que consiste en la aplicación
de pan de oro y sobre este pintura, al levantar la pintura haciendo dibujos encontramos el pan de oro,
consiguiendo un efecto delicado y aporta riqueza a la talla. En cuanto a la cronología, no está del todo claro que se trate de una pieza del XVI, podemos pensar que se trata del XVII, en la que se buscaba un mayor naturalismo en las piezas religiosas que permitían
al espectador empatizar con ellas. Es una pieza de calidad pero ha sufrido intervenciones de restauración posteriores no muy acertadas».
En mi nombre y en el de toda la Asociación le he dado las gracias.
Con esa fantástica talla, acabo esta introducción. La próxima entrega será sobre el viaje desde Fuengirola a Mogarraz. Espero no tardar mucho en hacerlo.
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