De cómo el lenguaje empoderó a los ancianos.
La palabra «empoderar» me suena mal, me parece fea, pero es la que se ha impuesto y, por lo tanto, no me queda más remedio que aceptarla.
A veces me imagino cómo sería la vida de nuestros antepasados muy remotos. Siempre he estado fascinado por el lenguaje. Mi tesis doctoral fue matemáticas computacionales dedicadas al lenguaje. Sé muy poco de lenguaje y un poco más (pero muy poco) de computadores.
Una pregunta que me hice durante muchos años fue: ¿cuándo empezamos a usar un lenguaje complejo?
Lectura tras lectura me decían que cómo el lenguaje no fosiliza es imposible saberlo, pero resulta que si bien el lenguaje no fosiliza, hay cosas relacionadas con el mismo que sí lo hacen. En este momento quiero referirme a los movimientos «finos» de los pulmones. Esos movimientos son indispensables para poder pronunciar palabras más complejas que llamadas de alarma.
El lenguaje no fosiliza, pero el paladar plano y el hueso hioides sí que lo hacen. Y también lo hacen las vértebras. Me explico. El movimiento de los pulmones está controlado por ramificaciones nerviosas que surgen de la espina dorsal.
Y esas vértebras fosilizadas nos dicen que hace 600 000 años los homininos ya tenían capacidad para un idioma complejo.
El lenguaje produjo muchas cosas y, una de ellas, sin duda, fue aumentar la importancia de los ancianos. Su memoria podía ser transmitida a otros miembros más jóvenes de la tribu. Pongamos un ejemplo, pensemos en enfermedades que surgen de tarde en tarde. Surge y los únicos que la han vivido son los ancianos.
Ante una enfermedad, pocas dudas hay de que los humanos intentamos distintas soluciones, unas funcionan y otras no. Las que funcionan poco a poco son las que se van imponiendo y son las que van a perdurar en la memoria de las personas que llegan a ancianas. Ante el nuevo surgimiento de esa enfermedad, en vez de tener que volver a realizar las pruebas de ensayo y error hasta dar con una solución, podían preguntar a los ancianos y partir de la mejor solución de la vez anterior. Y a partir de ahí buscar mejores soluciones. El conocimiento era acumulativo de unas generaciones a otras, con la limitación de que las personas tienen una memoria limitada y ante fenómenos que ocurren cada dos o tres generaciones, probablemente se hubiera olvidado. Eso lo solucionó la escritura, pero esa es otra historia.
Siempre me han encantado los nombres que los autores de Asterix y Obelix (René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo) ponen a sus personajes: Asterix, Obelix, Panorámix, Abracúrcix, Asurancetúrix, Ordenalfabétix, Esautomátix, Idefix …
Me gustan los tebeos (decir tebeo y no cómic no es inocente) de Asterix, aunque, hasta cierto punto, me molesta su chauvinismo. Pero las críticas que se hacen en los tebeos son excepcionales. Recuerdo uno de los tebeos en Hispania con carreteras siempre en obras. Era así.
Por eso, a mi anciano (de sexo masculino o femenino) que tiene los recuerdos de la aldea, los he llamado Bibliotekix.
No deja de ser sorprendente que el lenguaje potenciara (me gusta más que empoderar) a los ancianos. Los hicieron importantes. Dada mi edad, voy a reescribirlo: «nos hicieron importantes».
Notas
Nota sobre fotos
Las fotos que se han utilizado, han sido realizadas por Félix Ares y Álvaro Ares y las licenciamos como Creative Commons. Attribution 4.0. International CC by 4.0. Puede usarlas, pero deben dar crédito a los autores y que se han sacado de la página https://felix.ares.fm
_ _ _
NOTA: ya saben ustedes que el Spam está a la orden del día. Si pusiera mi dirección de correo electrónico en forma visible, mi buzón se llenaría de basura. Si quieren ponerse en contacto conmigo, pueden hacerlo en esta dirección, que pienso está suficientemente difícil para los robots.